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Egresada en Derecho por la Universidad del Pacífico. Becaria del Semillero en Derechos Humanos por la Corte IDH, el Centro de DDHH de la Universidad de Buenos Aires y la Fundación Konrad Adenauer Stiftung. Asociada de la Revista Forseti (DERUP Editores). Colaboradora de la Clínica Jurídica de Libertades Informativas de la Universidad del Pacífico.

Movilidad humana, ¿pero y la humanidad?, por Jacqueline St. Laurent

El 18 de diciembre de cada año se celebra el Día Internacional de los Migrantes, ¿pero podemos decir que es un día que podemos celebrar en nuestro país? Queda tanto por hacer y se necesita voluntad para hacerlo

Los humanos “modernos” emigraron de África hace cerca de 60,000 años debido a la disponibilidad de alimentos limitada por factores climáticos y ambientales (National Geographic, 2019), lo que hace que el fenómeno de la migración sea tan remoto como nuestra existencia. Sin embargo, la migración no siempre ha sido vista negativamente. Por ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial, la migración hacia el Reino Unido y otros países europeos era, incluso, promovida para cubrir la gran escasez de mano de obra. Y, aunque los pasaportes y las tarjetas de identidad nacionales sean los principales símbolos del control internacional de la circulación hoy en día, se trata de una creación relativamente reciente, hace un poco más de 100 años (National Geographic, 2017).

La migración suele ser impulsada por la búsqueda de una mejor calidad de vida y la consecución de nuevas oportunidades. De hecho, las desigualdades sociales, económicas, globales y regionales se expresan de manera más poderosa a través de la figura del migrante, como aquel que cruza fronteras en busca de trabajo, educación y nuevos horizontes.  Como especie humana, no somos ajenos a la migración, entonces ¿por qué existe tanto rechazo a ella? En términos simples: le tememos al cambio, a lo diferente, y resulta más fácil repeler lo diverso que intentar comprenderlo y aceptarlo.

El día del migrante, conmemorado el 18 de diciembre de cada año, es un día en donde tomamos conciencia sobre la situación migratoria -voluntaria o forzosa- de miles de personas alrededor del mundo producto de “(...) desastres, crisis económicas y situaciones de pobreza extrema o conflicto, cuya magnitud y frecuencia no dejan de aumentar” (ONU, 2021).  En tan solo el último año, ha habido una ola migratoria en donde un millón de venezolanos han llegado al Perú y más de 496.000 venezolanos han solicitado la condición de refugiado (ACNUR, 2021). Esto hace que el Perú sea el primer país de acogida de personas venezolanas con necesidad de protección internacional y el segundo destino de refugiados y migrantes venezolanos a nivel mundial (ACNUR, 2021). Con ello en cuenta, cabe preguntarse, ¿qué ha hecho el Perú para velar por las protecciones de estas personas? ¿Tiene la obligación de hacerlo?

 Venezolanos en Perú. Fuente: GLR

Venezolanos en Perú. Fuente: GLR

Como Estado que ha firmado, ratificado y se ha adherido a Convenciones, Tratados y Protocolos desarrollados en el marco del Sistema Universal y del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, el Perú se encuentra obligado a cumplir con las garantías y derechos que toda persona tiene, independientemente de su estatus migratorio (Opinión Consultiva Nº 18/03). Entre ellos se encuentran el derecho a la igualdad y a la no discriminación[1], al acceso de justicia y al debido proceso, a la libertad personal, a la libre circulación, a la protección de la familia y derechos de los niños y niñas migrantes, y la lista continúa. Por ello, en palabras de la Defensoría del Pueblo, “el enfoque de derechos en las políticas públicas le recuerda al Estado que sus responsabilidades lo convierten en garante de la protección de los derechos de los individuos.” Ello, tomando en cuenta de que es necesario articular las políticas migratorias con políticas públicas complementarias como la política laboral, la política de salud, la política de seguridad social, la política poblacional, la política exterior, entre otras, para armonizar los instrumentos que recogen la protección de las personas migrantes (Garreton. s.f.).

Sin embargo, no podemos estar más lejos de este escenario ideal. Con la propagación del Covid-19 se han puesto en evidencia aquellas problemáticas que nos acechan como sociedad. Entre ellas se encuentran la xenofobia y discriminación que no han dejado de propagarse en medios y redes sociales, fomentando aún más la división en nuestro país. ¿Por qué nos cuesta tanto entender que la solución no está en segregar y dividir, sino en unificar? Cuando la información que consumimos como sociedad se encarga de perfilar al migrante con todas aquellas características que uno repele, resulta sencillo atribuirle la culpa de todo lo malo que nos ocurre como país. Tenemos que abordar el problema no como una generalidad, sino como un fenómeno con múltiples aristas por analizar. La solución no recae en “expulsar a todos”, sino en adecuar nuestras políticas a los estándares internacionales para garantizar no solo el respeto a los derechos de las personas migrantes, sino de los nacionales del país receptor.

Ahora, no podemos negar que la migración trae consigo una serie de consecuencias positivas y negativas, pero recae en nosotros identificar cuáles son para saber cómo afrontarlas. Ejemplo de ello es la inseguridad ciudadana: ¿acaso hemos determinado de qué manera o hasta qué punto la ola migratoria ha influido en el aumento de la delincuencia? El Estudio del Centro de Investigación Equilibrium (CenDE, 2020) parte de un análisis econométrico que demuestra que la migración-venezolana no habría tenido efectos significativos en los delitos relacionados a hurtos, robos, lesiones, homicidios y violencia sexual en Lima Metropolitana. Ello evidencia que este problema no se ha visto masificado por la ola migratoria, sino que se encuentra vinculado a factores ajenos a ello. ¿Cómo podemos resolver una problemática si no hemos logrado identificar su raíz?

Lejos de ser una situación que terminará, debemos ser conscientes de que la migración está al auge. En 2019, el número de migrantes a nivel mundial alcanzó un estimado de 272 millones, 51 millones más que en 2010 (ONU, 2021). Con ello, necesitamos considerar qué beneficios podrían obtenerse trabajando con este fenómeno en lugar de ir contra él; relajando los controles fronterizos y permitiendo la libre circulación de trabajadores dentro y entre países (Mott Macdonald, s.f.). Los migrantes contribuyen con sus conocimientos, redes y habilidades para construir comunidades más fuertes y resilientes.

A diferencia de lo que se muestra muchas veces en los medios o en redes sociales, la población venezolana que ha llegado al Perú se ubican, en su gran mayoría, entre los 16 y 35 años, con un perfil profesional o técnico, provenientes de áreas urbanas (R4V, 2020). Sin embargo, producto de las dificultades legales, burocráticas y económicas no pueden ejercer su profesión formalmente, viéndose obligados a aceptar labores para las cuáles se encuentran sobrecalificados. Su único fin es el de subsistir en el Perú y enviar remesas a sus familiares (Defensoría del Pueblo, 2020). El panorama social y económico mundial puede moldearse a través de decisiones de impacto para abordar los desafíos y oportunidades que presenta la movilidad humana pero, como todo, para poder lograr algo siempre es imprescindible querer.

Cuando dejemos de ver a la migración como un problema y lo tratemos como una solución, podremos construir una sociedad más justa, humana, unida y perseverante. Celebremos la diversidad, y reflexionemos sobre cómo protegerla.

Bibliografía

ACNUR (s.f.). Perú. Disponible en: https://www.acnur.org/peru.html

Corte IDH (s.f.). Cuadernillo de jurisprudencia de la Corte IDH Nº 2: Personas en situación de migración o refugio. Disponible en: https://www.corteidh.or.cr/sitios/libros/todos/docs/cuadernillo2.pdf

Defensoría del Pueblo (2009). Migraciones y Derechos Humanos. Supervisión de las políticas de protección de los derechos de los peruanos migrantes - Informe N° 146. Disponible en: https://www.defensoria.gob.pe/wp-content/uploads/2018/05/informe-146.pdf

Defensoría del Pueblo (2020). Personas venezolanas en el Perú. Análisis de la situación antes y durante la Crisis Sanitaria generada por el Covid-19. Disponible en: https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/1481686/Informe-de-Adjuntía-N-002-2020-DP-ADHPD-Personas-Venezolanas-en-el-Perú.pdf.pdf

Centro para el Desarrollo Económico (CenDE) - Equilibrium (2020). Una mirada a la migración venezolana y seguridad ciudadana en Perú. Disponible en: https://equilibriumcende.com/migracion-seguridad-peru/

Garretón, Roberto (s.f). Derechos Humanos y Políticas Públicas en Políticas Públicas y Derechos Humanos en el MERCOSUR. Un compromiso regional. Disponible en: http://www.observatoriomercosur.org.uy/libro/derechos_humanos_y_politicas_publicas_1.php

IPPDH & OIM (s.f.). Derechos humanos de personas migrantes, p. 39. Disponible en: https://www.corteidh.or.cr/tablas/r33203.pdf

Mott Macdonald (s.f.). Migration can be a solution, not just a problem Anne Kerr. Disponible en: https://www.mottmac.com/views/migration-can-be-a-solution-not-just-a-problem

National Geographic (2017). La controvertida historia del pasaporte. Disponible en: https://www.nationalgeographic.es/viaje-y-aventuras/2017/05/la-controvertida-historia-del-pasaporte

National Geographic (2019). Human migration sparked by wars, disasters, and now climate. Disponible en: https://www.nationalgeographic.com/culture/article/migration

ONU (2021). Harnessing the potential of human mobility. Disponible en:  https://www.un.org/en/observances/migrants-day

Plataforma de coordinación para refugiados y migrantes de Venezuela – R4V (2020). Disponible en: https://r4v.info/ es/situations/platform

[1] En palabras de la Corte IDH (s.f.), “los Estados no pueden subordinar o condicionar la observancia del principio de la igualdad ante la ley y la no discriminación a la consecución de los objetivos de sus políticas públicas, cualesquiera que sean éstas, incluidas las de carácter migratorio”.