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Exministra del Ambiente y de Agricultura y Riego. Abogada. Actualmente es Coordinadora de la Coalición por una Producción Sostenible

El derrame que nos revela, por Fabiola Muñoz

Las consecuencias del derrame de petróleo invaden el litoral peruano, a consecuencia de esto la sociedad empieza repensar lo que es la responsabilidad empresarial.

Lo ocurrido en Tonga, a miles de kilómetros de distancia, tuvo repercusiones en nuestro país. Al comienzo, lamentamos la muerte de dos personas y hoy sufrimos las consecuencias de un derrame de petróleo en nuestra costa, que ha generado un “desastre ambiental” para el Perú, afectando áreas naturales protegidas, decenas de kilómetros de playa, miles de animales de diversas especies de fauna silvestre entre aves, peces y lobos marinos muertos y que, desgraciadamente, siguen incrementando su huella por la corriente marina.

Sin duda, hay que investigar y conocer las responsabilidades, pero hoy lo más importante es actuar para contener, limpiar y remediar en lo ambiental; atender a los pescadores y todas las otras familias que viven del “día a día” de lo que podían pescar o vender. Esto último también es urgente.

El tiempo en los temas ambientales es clave y no existe excusa para no actuar, ni por parte de la empresa ni por parte del Estado. El impacto del derrame crecerá exponencialmente mientras más tiempo pase.

Aunque la empresa Repsol considere que no es “su responsabilidad”, lo cierto es que la contaminación ha sido generada por el crudo que maneja. En los temas ambientales, un derrame genera siempre una clara “responsabilidad objetiva” que establece que el que contamina, paga (sin importar quién tenga la culpa). En ese sentido, la empresa debe responder y remediar la situación cuanto antes porque existe un daño generado y no se debe esperar a que haya terminado la investigación.

Esta experiencia debe hacernos reflexionar como sociedad sobre lo vulnerables que somos y lo poco preparados que estamos para enfrentar situaciones de crisis, especialmente vinculadas a temas ambientales. Sabemos, con seguridad que, si no reducimos la temperatura del planeta vamos a tener más eventos climáticos extremos, que pueden generar efectos como los que ha generado la erupción de este volcán y que podrían producirse en cualquier lugar. El cambio climático no conoce fronteras y, si no cambiamos, los efectos serán aún mayores que los de este derrame.

La primera reacción de la empresa después del derrame fue pésima:  falta de transparencia, de proactividad, no reconocer la magnitud del problema, tardía reacción para contener, ninguna disculpa, responsabilizar a otros, en fin, una cantidad de errores que le están costando y seguirán afectando su reputación mucho más de lo que se imagina.

Me pregunto, ¿por qué una empresa como Repsol no la ve? ¿No se da cuenta de que no vale dudar, que lo que le toca es actuar y no estar “calculando” entre el hacer o no hacer? La respuesta que me viene a la mente es que no entiende que los ciudadanos lo que buscamos son empresas con “propósito”, y ello implica pensar no solo en sus accionistas, sino en la sociedad en las que operan, en sus vecinos, en el impacto de sus acciones, en la maximización del impacto positivo y la minimización del negativo. El derrame nos está revelando frente a quién estamos.